La consolidación del Judo en España fue obra de pioneros y de la institucionalización del deporte. En 1965 se creó la Federación Española de Judo, dotando al deporte de una estructura oficial para regular la formación, los arbitrajes y los grados. Para elevar el nivel técnico, se impulsó la llegada de maestros extranjeros como Roland Burger y Young Lee.
El punto de inflexión llegó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, que incluyeron por primera vez el judo femenino como deporte oficial. Las medallas de oro de Miriam Blasco y Almudena Muñoz catapultaron el judo a la primera plana nacional, inspirando a miles de nuevos practicantes y estableciendo el judo femenino como un referente de éxito.
Desde entonces, España se ha consolidado como una potencia europea en el judo, con campeones mundiales, medallistas olímpicos y una sólida base de practicantes en todo el país. La presencia española en los grandes torneos internacionales es constante, y figuras como Isabel Fernández, Nikoloz Sherazadishvili y Fran Garrigós han llevado el nombre de España a lo más alto del podio mundial.